En los años 50 todo cambió con la Revolución Verde: legitimada por el discurso del necesario combate a la pobreza, en realidad para algunos campesinos esta revolución trajo más hambre y desigualdad, además de provocar daños medioambientales y una reducción de la biodiversidad.
Después llegó otra revolución tecnológica llamada a cambiar, una vez más, la historia de la agricultura: la biotecnología. Las semillas «mejoradas» y patentadas prometían altísimas rentabilidades, como sucede en el caso de la soja transgénica de Monsanto, resistente al glifosato, un potente agrotóxico cuyos peligros para la salud ha reseñado la OMS.
Un último capítulo se dedica a algunas cuestiones que comparten los tres cultivos y que son fundamentales para entender la situación actual del modelo del agronegocio: la financiación de entidades supranacionales y de cooperación como el Banco Mundial o la USAID; el rol de los agrocombustibles; la disputa en torno a las semillas y los intentos de privatizarlas, y las luchas de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas en defensa de los territorios.
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